En su día y todo el año, recordemos que la Educadora es un baluarte de la educación infantil

      

    Hoy por hoy, las educadoras desempeñan una labor clave en los servicios de educación elemental que brinda la Secretaría de Educación y Cultura. En sus manos está el presente y futuro de la educación preescolar. De cada una de ellas depende la formación temprana casi 60 000 niños, que cursan su primera enseñanza escolar en más de 700 jardines de niñas y niños, cuya conducción está en manos de casi 3000 educadoras, que con funciones de jefas de sector, supervisoras, asesoras pedagógicas y docentes desempeñan diversas tareas escolares a lo largo y ancho del estado, desde la sierra y los valles, desiertos y costas, zonas urbanas y rurales; o sea, desde el centro hasta la periferia.

     

    Por Ricardo Aragón Pérez / [email protected]

    Hermosillo, Sonora, 22 de abril de 2023

    "El juego es la fase más elevada del desenvolvimiento del niño,  
    fortalece los poderes del alma y del cuerpo" (Rosaura Zapata).

    Ayer, 21 de abril, fue un día muy especial, un día de fiesta nacional. Celebramos gustosos el Día de la Educadora, una figura pedagógica cuya profesión tiene un impacto social de alto calado, crucial en la formación temprana de la segunda infancia de niñas y niños, cuando se sientan las bases de su desarrollo humano integral, de su maduración intelectual, afectiva, física y socioemocional, así como el pensamiento crítico, lenguajes e interacción social.

    Hoy por hoy, las educadoras desempeñan una labor clave en los servicios de educación elemental que brinda la Secretaría de Educación y Cultura. En sus manos está el presente y futuro de la educación preescolar. De cada una de ellas depende la formación temprana casi 60 000 niños, que cursan su primera enseñanza escolar en más de 700 jardines de niñas y niños, cuya conducción está en manos de casi 3000 educadoras, que con funciones de jefas de sector, supervisoras, asesoras pedagógicas y docentes desempeñan diversas tareas escolares a lo largo y ancho del estado, desde la sierra y los valles, desiertos y costas, zonas urbanas y rurales; o sea, desde el centro hasta la periferia.

    Por eso y más, celebrar hoy y ahora a las educadoras, obliga voltear a ver el pasado de ellas, su génesis e historia de esa noble y humanista profesión pedagógica, que abrió las puertas a valerosas mujeres para que trascendieran del ámbito doméstico al espacio público, y lograran su inserción en el mundo laboral educativo, antes reservado preferentemente al género masculino. Una mirada rápida al trayecto de las educadoras, lleva a concluir que son fruto directo de un legado fecundo, formado por generaciones de mujeres pioneras, entre quienes destacan Estefanía Castañeda y Rosaura Zapata, ambas educadoras precursoras que marcaron un parteaguas en la educación infantil, con la organización y fundación de los primeros jardines de niños en el país, que tuvieron lugar hacía los primeros años del siglo XX, cuya consolidación ocurrió en tiempos posrevolucionarios. 

    El estado de Sonora no fue ajeno a esa ola progresista de la educación preescolar infantil. Aquí también hubo mujeres visionarias y atrevidas que tomaron en sus manos la educación preescolar, se prepararon para esa empresa pedagógica y se echaron a cuesta la fundación de centros educativos de enseñanza preescolar y, con el apoyo de las autoridades estatales, formaron la primera camada de educadoras sonorenses, hace como 90 años atrás, siendo la señorita Eustolia Martínez la primera de esa generación precursora.

    Más aún, no se puede dejar de recordar a Dolores Duarte Navarro, una fecunda e inteligente educadora, que vio su primera luz en Hermosillo, en tiempos aciagos de la revolución, cuando todavía las mujeres lidiaban con prejuicios ideológicos con tufo machista, que restringían la vida y el espacio público con criterios sexistas. En ese contexto sociocultural, Dolores sacó adelante sus estudios, hasta alcanzar el título de profesora, para luego desempeñar la dirección del Jardín de Niños "Therese de Tourniel" de Nogales, hacía mediados de 1940, donde empezó su larga y fructífera carrera pedagógica, en la que además de enseñar y dirigir escuelas, fungió como funcionaria educativa de alto nivel, desde donde dio un fuerte impulso a la educación preescolar. 

    La maestra Dolores fue también una mujer de armas tomar. Combinaba su labor profesional con la política militante. Era de ideas progresistas y las defendía a carta cabal. Tenía buen verbo y buena pluma: escribía y publicaba en periódicos; también daba conferencias, siempre en defensa de la infancia y de la educación preescolar pública.

    Durante el gobierno de Ignacio Soto (1949-1955), Dolores Duarte Navarro fue comisionada para hacerse cargo de la Sección de Preescolar, adscrita a la Dirección General de Educación, desde donde se dedicó con tesón a promover la apertura de los primeros centros de formación infantil, denominados desde entonces Jardines de Niños o Centros de Educación Infantil, cuya obra registró un crecimiento considerable con una cobertura estatal de poco más de treinta preescolares y una matrícula con algo más de 3000 educandos de ambos sexos, según el censo escolar de 1955.  

    No está de más reiterar que, en Sonora, la educación preescolar es de larga data. Según datos registrados, inició en el viejo Guaymas hace casi 150 años, con la fundación de un centro escolar para párvulos, a cargo de una educadora porteña empírica. Sin embargo, este nivel educativo no fue parte formal del sistema estatal educativo ni de la política pública del ramo, sino hasta mediados de 1930, pero sobre todo entre los años de 1940 y 1960, en que el Estado lo tomó en sus manos, destinó recursos del erario y mandó establecer jardines escolares en todo el estado, lo que dio pie a la aparición de una nueva camada de educadoras, que transitó de modo sostenido de un gremio sin preparación formal a otro con estudios especializados, lo que hizo de esa actividad educativa una profesión pedagógica reconocida y reglamentada en los marcos normativos respectivos.

    Nota: El autor es Subsecretario de Educación Básica de la SEC en Sonora.

     

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