Este fin de semana me puse a releer el libro El color de las amapas del escritor sonorense Ignacio Lagarda Lagarda, pues éste es uno de esos textos que se leen y se releen de un tirón, como si fuera una novela, una ficción, pero no lo es, pues trata de acontecimientos rigurosamente ciertos que nunca debieron haber ocurrido ni en Sonora ni en México.
Al inicio del libro, después de la presentación que hace José Domínguez Rodríguez, el autor explica todos los esfuerzos que tuvo que realizar para la elaboración de esta crónica sobre las acciones ejecutadas en nuestra entidad por el grupo guerrillero denominado Liga Comunista 23 de Septiembre, el cual se formó en la década de los setenta con el explícito objetivo de derrocar al gobierno e instaurar en el país el sistema socialista.
En la obra se consignan en forma minuciosa y detenida, entre otros datos interesantes de la guerrilla en México, todos los pormenores del secuestro y liberación de don José Hermenegildo Sáenz Cano, del poblado de San Bernardo, en 1974, así como la ejecución en mismo año, en la sierra de Álamos, de los ganaderos Agapito Enríquez Argüelles y su hijo Agapito Enríquez Rosas.
Los antecedentes de ese movimiento fueron el levantamiento armado en Madera en 1965 y la represión autoritaria del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz del movimiento estudiantil, en octubre de 1968, los cuales tuvieron como consecuencia que muchos jóvenes se radicalizaron al extremo de levantarse en armas contra el sistema establecido, lo que dio origen a los movimientos guerrilleros de los setenta.
Ignacio Lagarda Lagarda documenta en el libro también, la reprochable actuación de varios representantes de las fuerzas del gobierno, quienes para combatir la indudable amenaza que ese movimiento rebelde representaba, no dudaron en transgredir las normas legales, como fueron los casos del fusilamiento sin mayor trámite de cuatro guerrilleros en Tesopaco, en 1968, el acoso a la población civil, y las torturas y agresiones a los detenidos para obtener confesiones, sin el más mínimo respeto para sus garantías individuales.
Es precisamente esa llamada “guerra sucia” para destruir a la organización bélica de los jóvenes combatientes en el país, la que contribuyó a que se lastimara más el tejido social y a que el gobierno iniciara la gran reforma electoral de 1977, la cual propició que la izquierda encauzara sus luchas por los amplios canales de la legalidad.
La lectura de esta obra, me hizo recordar la década de los sesenta, cuando muchos de nosotros pensábamos que ser de izquierda era lo patriótico, lo honesto, lo que tenía futuro, lo políticamente correcto. Pero luego la vida nos enseña que el patriotismo y la honestidad no son patrimonio exclusivo de un signo ideológico, pues personas honorables existen en todas partes, en la derecha, en el centro y, desde luego, también en la izquierda.
El mundo estaba dividido en los sistemas socialista y capitalista. La izquierda tenía la absoluta certidumbre del triunfo de su causa, por lo que miraba con esperanza el sistema socialista que según la teoría eliminaría la explotación del hombre por el hombre y crearía un hombre nuevo.
Pero la terca realidad dio al traste con tan buenos propósitos, pues se derrumbó el Muro de Berlín, y en 1991 desapareció la Unión Soviética y se desmanteló la mayoría de los regímenes de esa tendencia, con lo que los movimientos de izquierda se quedaron sin un referente ideológico fundamental.
En suma, creo que este libro es muy recomendable. Ojalá puedan leerlo. Es evidente el notable esfuerzo realizado por el autor, Ignacio Lagarda Lagarda, para escribir esta obra. Mi respeto y admiración para el hoy Cronista Municipal del H. Ayuntamiento de Hermosillo.
Gracias por visitar nuestra Página Web: www.magisterioenlinea.com
Facebook/José Guadalupe Montaño Villalobos.
Twitter: @jgmontavilla.
Instagram: monta
villalobos.
Hermosillo, Sonora, 9 de noviembre de 2020.