Hace muy bien la dirigencia del SNTE, que encabeza el maestro Alfonso Cepeda Salas, al fijar su posición y de manera categórica afirmar que a todas luces viola los derechos humanos de los jubilados del gremio magisterial, la Jurisprudencia de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) la cual determinó, que el tope máximo de la pensión jubilatoria otorgada por el ISSSTE debe cuantificarse con base en la Unidad de Medida y Actualización (UMA), con lo que se modifica la disposición legal del décimo transitorio de la ley del propio Instituto de calcular las pensiones en salarios mínimos.
En el mismo sentido, el SNTE anunció que en contra de esta resolución, están preparando los recursos legales ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y demás Organismos Internacionales del Trabajo, lo cual me parece también muy pertinente.
A reserva de hacer un análisis minucioso y detenido de las razones de la SCJN para llegar a esa conclusión absolutamente lesiva para los trabajadores de la educación que se han jubilado con la pensión máxima de 2017 a le fecha, y para los que se jubilen en el futuro en las referidas condiciones, me permito transcribir un fragmento de la Jurisprudencia publicada apenas el 23 de septiembre de 2019, por el Décimo Octavo Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito, la cual fue indebidamente desechada por la Segunda Sala de la SCJN, que en su parte medular dice: “…la pensión de retiro de los trabajadores es una prestación de seguridad social derivada de la relación de trabajo y sustentada propiamente en el salario, incluso para generarla y pagarla se atiende al fondo constituido durante la vida activa laboral, mediante aportaciones del salario percibido, topadas a la cantidad máxima de diez veces el salario mínimo, es claro que esa prestación es laboral; consecuentemente, lo relativo a su monto, actualización, pago o límite máximo debe aplicarse el salario, por no tratarse de cuestiones ajenas a su naturaleza; además, de atender para esos aspectos a la Unidad de Medida y Actualización se desnaturalizaría la pensión y se utilizaría un factor económico ajeno a la prestación de seguridad social referida, distinta al salario y ajeno a la pensión, lo cual jurídicamente no es permisible”. (Fin de la cita). Como se ve, lo que antecede es irreprochable, desde el punto de vista jurídico, pero la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación miró para otra parte.
Nueva novela de Ernesto García Núñez
En el periodo 1992-1995 que yo encabecé como secretario general de la Sección 28 del SNTE, el profesor y abogado Ernesto García Núñez fue secretario de Asuntos Jurídicos del Comité Ejecutivo Seccional, cargo en el que desempeñó un papel muy sobresaliente, pero yo no sabía al principio de la gestión que también era un notable escritor, de manera que cuando me di cuenta de que obtuvo el Premio del Libro Sonorense con su novela Pico de Gallo, en 1992, invité a todos los integrantes del equipo de trabajo a que lo acompañáramos a la Plaza Zaragoza de Hermosillo, a la presentación de su obra ganadora.
Desde aquel año y hasta la fecha, Ernesto siguió y sigue escribiendo. En el mismo certamen, en teatro, fue premiado por su obra El Centauro en 1995, que por cierto trae esta dedicatoria: “A José Guadalupe Montaño Villalobos, político sonorense”, lo cual es un honor para mí.
Lo anterior viene a cuento, porque ayer sábado leí su novela Voces de Los Fresnos muertos, premiada en 2019 y que se publicó recientemente. Si usted espera una narrativa lineal, de inicio, nudo y desenlace, debo decirle que no es así, pues nos enfrentamos a una obra en la que hay una gran cantidad de narradores, que van contando sus vivencias cargadas de violencia, que son un reflejo de la historia de El Ejido Los Fresnos, que según un protagonista (Gonzalo Díaz Pulido), ahora es una Colonia de Tepic.
Creo que, entre otros, uno de los méritos a subrayar en esta novela, es el diestro manejo del lenguaje popular, del cual hace gala el autor, circunstancia que la hace muy entretenida, toda vez que ésta es una de esas obras que se leen de un tirón.
Me llamó la atención, que la novela está escrita en párrafos justificados, sin sangría, separados por un renglón en blanco, lo que se denomina párrafo americano o moderno, lo que permite también una fácil lectura, ya que, además, en cada párrafo tiene la voz un distinto narrador, que cuenta su sentir desde su propia óptica, con base en ocurrencias lingüísticas que propician la simpatía o la antipatía del mismo lector.
Un ejemplo, es precisamente el de Gonzalo Díaz Pulido, quien varias veces toma la voz a lo largo de la novela, para contarle en una carta al presidente de la República, que está en la cárcel y le pide que interceda por él, al tiempo que le dice: “…no merezco haber sido detenido. De allá del retén en que me detuvieron, me trasladaron a los separos de la judicial federal donde me dejaron como Santo Cristo. Y me siento desesperado porque estoy un poco viejo, tengo sesenta y dos años, hijos grandes que ya hicieron su vida pero también tengo tres que me necesitan, uno de seis años, otro de cuatro y una niña de un mes de nacida que no conozco. Aunque de todos mis hijos ninguno es de Anita, mi esposa, con ella no tuve ninguno”.
Termino con este comentario de Laura Baeza y Antonio Martínez, quienes en calidad de jurado, al definir el Premio del Libro Sonorense 2019 para Ernesto García Núñez, dijeron que la estructura de la historia en su novela Voces de Los Fresnos muertos, “abreva en la obra de dos de nuestros narradores más destacados: Juan José Arreola y Juan Rulfo, pero aportando elementos de actualidad mediante los cuales hace un retrato panorámico de la situación de violencia e inseguridad en la que viven muchos de los pueblos de nuestro país”. (Fin de la cita).
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Hermosillo, Sonora, 21 de febrero de 2021.