Revisando mis acervos documentales y algunos escritos de mi autoría, redescubrí una verdadera joya, un señorón ejemplar del magisterio de ayer, Enrique Corona Morfín, un profesor de primaria titulado, uno de los poquísimos que había en servicio con esa calidad profesional, ya que la gran mayoría de sus colegas enseñaba sin tener estudios previos en pedagogía ni diploma en docencia. Según censos escolares de principio del siglo XX, poco más de 10% del profesorado activo, apenas estaba titulado, y otro tanto más tenía credenciales de estudios formales, pero ajenas a la carrera de normalista.
El profesor Corona era sonorense por adopción. Llegó al estado hacía los años de 1900, procedente de su natal Colima, donde estudió la carrera docente. Entonces se le vio dando clases en un colegio particular de su creación. Posteriormente se postuló como director en la escuela primaria superior de Huatabampo, donde desempeñó un labor encomiable, que más tarde sería reconocida y gratificada por el presidente Álvaro Obregón, comisionándolo como jefe del departamento escolar y cultural indígena de la recién creada Secretaría de Educación Pública.
En los años de la revolución, fue partidario del maderismo, como otros profesores del sur de estado afines a esa causa. Luego tomó partido por el constitucionalismo que tutelaba don Venustiano Carranza, y simpatizó con las fuerzas rebeldes que comandaba el ex profesor Plutarco Elías Calles.
Con el triunfo revolucionario, el profesor Enrique Corona Morfín fue llamado por el gobernador Adolfo De la Huerta, para que colaborara en su administración en ramo educativo, por lo que extendió en su favor el nombramiento de Director General de Educación en 1916, cargo que entonces era el de mayor jerarquía en el sector.
Entonces hizo una buena gestión, con un desempeño a la altura de sus tiempos aciagos. Cabe recordar que durante su administración México y los estados de frontera se vieron amenazados por una guerra de los vecinos del norte, pretextando daños causados por la revolución, a los que se hizo frente desde trincheras diferentes. Una de ellas fue la escuela, cuyos maestros y alumnos debía, prepararse con urgencia en lecciones y prácticas militares, en las que las escuelas “Cruz Gálvez” y Normal del Estado destacaron por su entrega al servicio y defensa de la patria.
Más tarde, sirvió en el mismo ramo educativo durante los gobiernos de los presidentes Obregón y Calles. A él, al profesor Enrique Corona, cabe el grandioso mérito de ser uno de los pioneros de la nueva Escuela Rural Mexicana, de la que son casos ejemplares las Misiones Culturales, la Casa del Estudiante Indígena y la célebre Casa del Pueblo, en la que la comunidad elegía a su maestro y éste organizaba y armonizaba su labor en función de las prioridades y bienestar comunitario.
Importa mencionar, que una calle en su natal Villa de Álvarez, Colima, y una Escuela Secundaria Federal de ese estado, llevan el nombre de Enrique Corona Morfín.
Hermosillo, Sonora, 12 de mayo de 2021