Hermosillo, Sonora, 4 de junio de 2023.
Viviana es maestra de educación inicial, con 15 años de carrera. Trabaja en un pueblo indígena, donde están las raíces de su árbol genealógico. Heredera de sus antepasados, porta con orgullo vestimenta originaria y luce un rostro luminoso; tiene parecido a un lienzo, con trazos, diseños y pinturas sobre él, que nada piden al artista plástico más encumbrado.
Ella habló de sus vivencias en la Nueva Escuela Mexicana. Dejó entrever que su voz condensaba el sentir de sus colegas, quienes estaban de acuerdo con el cambio educativo que conlleva; además, ya traían entre manos los documentos en que se sustenta dicho cambio y cada vez se aproximan más a su conocimiento, cuyos principios, componentes, campos, ejes y demás aparato conceptual ya eran parte de su lenguaje habitual, afirmó la misma maestra, aunque reconoció no estar muy segura de su manejo apropiado, dado que eran un tanto ajenos a su tradición oral.
El pasado viernes 2 del mes actual, tuvo lugar en Hermosillo un encuentro entre maestras y maestros, como parte de las actividades programado en el marco de la Caravana Nacional “Voces y Reflexiones de la Nueva Escuela Mexicana”. En él participaron autoridades educativas federales, que conducen la política, los programas y ofertas para el desarrollo profesional del magisterio de educación básica. Sus intervenciones versaron sobre los fundamentos legales y filosóficos de la Nueva Escuela Mexicana, destacando el enfoque inclusivo, la interculturalidad y equidad de género, pero lo más llamó la atención, a decir del auditorio, fueron las aportaciones sobre el nuevo marco curricular, específicamente el codiseño de los contenidos programáticos y los ejemplos prácticos para su construcción, lo que, en mi interpretación, arrojó más luz, dio pistas y solventó algunas dudas a ese respecto, muy inquietantes por cierto en no pocos maestros.
Con este telón de fondo, se verificó un conversatorio con la participación de cuatro maestras en funciones, con grupos en inicial, preescolar, primaria y secundaria. De cara a cientos de colegas suyos, ellas dialogaron, reflexionaron e intercambiaron experiencias propias de su profesión. Cada una expresó libremente su sentir, ponderó los alcances de la autonomía docente y remarcó sus afinidades; pero también revelaron sus limitantes e inseguridades respecto a la aplicación práctica del cambio que viene, naturales unas y otras, a mi modo de ver, ante un proceso de transformación educativa, radicalmente contrario a la cultura escolar prescriptiva, que constriñe el quehacer pedagógico a dictados impuestos y ajenos al universo profesional y cotidiano del “maestro de banquillo”.
Viviana fue una de las maestras que participó en el conversatorio, en que celebró el alumbramiento de la Nueva Escuela Mexicana y dio la bienvenida a los campos y ejes que integran la propuesta de cambio educativo; pero, sobre todo, remarcó: le hace mucho sentido la inclusión de la interculturalidad crítica, el reconocimiento de los saberes comunitarios y de las lenguas originarias. Por tanto, añada la joven maestra: las y los maestros de su comunidad se sienten identificados con el nuevo modelo educativo, que estudian y se adentran en su contenido, no sólo través de los consejos técnicos y talleres de formación continua, sino también se documentan en otras fuentes de conocimiento, que gestionan por cuenta propia.
Sandra es maestra de telesecundaria y también participó en el conversatorio. Cuenta con una formación superior a lo que su carrera docente le demanda: estudió una carrera pedagógica con especialidad en telesecundaria y es universitaria con campo formativo en ingeniería mecatrónica. Lleva más de 10 años enseñando en comunidades periféricas, en las que en más de una ella ha sido la única esperanza educativa de no pocos jóvenes, cuyas inquietudes intelectuales hallan un espacio de desahogo; de no ser por la maestra Sandra caerían en saco roto, por no decir que se irían por el caño.
Sandra enseña en la Telesecundaria del ejido San Pedro el Saucito, otrora granero de Hermosillo, donde, luego de la iglesia católica y del corredor gastronómico regional, constituye una de las instituciones culturales más relevantes y con más tradición pedagógica. En palabras de la maestra, la Nueva Escuela Mexicana encuentra entre sus colegas un camino pavimentado, transitable, para la aplicación de su modelo educativo, que apuesta a la madurez autogestiva, al trabajo comunitario y a la autonomía de los colectivos docentes, postulados pedagógicos afines al quehacer educativo de esa modalidad escolar.
Como sus pares, ella también está de acuerdo con la Nueva Escuela Mexicana, con su filosofía de trabajo y cree además muy necesario un marco curricular sustentando en el codiseño, en el que quepan, se reconozcan y guarden equilibrio todos los campos del saber: científicos, humanistas y comunitarios. Dicho lo anterior, Sandra también dijo que la Nueva Escuela Mexicana le “cayó como anillo al dedo”; pero no oculta sus reservas, dado que los libros de texto gratuito, insumos didácticos básicos para la enseñanza y el aprendizaje, aún son una zona oscura.
Otra maestra participante, con plaza de primaria, y una carrera consolida, remarcó con cierto aire de gratitud su beneplácito por ser tomada en cuenta, exponer sus experiencias pedagógicas entre colegas y conocer las de ellas cara a cara. Palabras más, palabras menos, esto fue lo que dijo, según mi interpretación: Me gusta que nos hagan este tipo de reconocimiento, que nos tomen en cuenta, reconozcan nuestra experiencia profesional y que estemos llegando a un punto donde podamos decidir las actividades pedagógicas a partir de nuestra propia realidad escolar, echando mano de lo que está a nuestro alcance territorial y social, sin dejar de lado otras realidades que escapan al entorno y dinámica interior de la escuela.
Abundó con un tono de aprobación: la Nueva Escuela Mexica da la oportunidad de recuperar y reafirmar prácticas pedagógicas que toman en cuenta los saberes comunitarios, cuyas fuentes auxilian al magisterio para facilitar y aproximar al alumnado al conocimientos por otras vías comunicantes, siempre más prácticas, más concretas que abstractas, lo cual, a mi modo de ver, se antoja como una alternativa didáctica muy activa, efectiva y cautivadora, que enriquece y complementa las rutinas programáticas de enseñanza en el aula.
En ese plano pedagógico, la misma maestra da testimonio de su experiencia concreta. Cuenta que, en sus rutinas de enseñanza, suele considerar y apoyarse en los saberes y experiencia de las familias cercanas a la escuela. Por ejemplo, en la clase sobre germinación de plantas, se vale de un vivero particular, una suerte de laboratorio natural, cuyos propietarios ilustran a sus alumnos en contexto concreto, en contacto e interacción con el objeto de aprendizaje, tomando en cuenta los sabes empíricos, lo que hace pensar que la maestra, y no pocos colegas suyos, ya han dado varios pasos por adelantado, por lo que suelen decir con voz propia: la Nueva Escuela Mexicana “nos cayó como anillo al dedo”.
Cabe esperar que las y los maestros tengan confianza en ellos mismos y se echen la mano unos a otros, sumen sus voluntades e inteligencias; pero sobre todo que confíen en sus capacidades, en su formación pedagógica, conocimientos especializados, experiencias docentes y trayectorias profesionales, lo que, a mi modo de pensar, constituye el camino ideal para posicionar en el imaginario colectivo y en la práctica cotidiana a la Nueva Escuela Mexicana.
Nota: El autor es Subsecretario de Educación Básica de la SEC en Sonora.