Por Ricardo Aragón Pérez / [email protected]
Hermosillo, Sonora, 3 de octubre de 2024
Si el 1º de octubre, en que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo tomó posesión e hizo públicos sus compromisos de gobierno, se hubiera aplicado la Encuesta de Felicidad al pueblo mexicano, probablemente miles de mujeres y hombres hubieran calificado ese día como uno de los más felices de su vida, tal como se veían multitudes de rostros femeninos y masculinos que abarrotaron jubilosos el Zócalo capitalino, para vitorear y saludar a la primera mujer presidenta, que por obra y gracia del voto popular, hoy por hoy, representa la más alta autoridad del poder público
Tal alegría no era para menos, si consideramos que su llegada a Palacio Nacional no sólo garantiza la continuación del gobierno de la 4T, sino también significa la culminación de una larga era de masculinización del Poder Ejecutivo, 200 años para ser más preciso, en los que era impensable que una mujer aspirara a tomar en sus manos las riendas de ese magno poder político.
Cabe recordar que, hasta hace poco, unas cuantas décadas atrás, las mujeres cobraron visibilidad, recuperaron luz propia y fueron reconocidas como pilares en la historia mexicana. Sin ellas, cabe remarcarlo, no podemos explicar a cabalidad los movimientos de transformación profunda, entre ellos la gesta de independencia, la restauración de la República liberal y la caída de la dictadura porfirista, así como las luchas sufragistas, que ganaron el derecho de las mujeres a votar y ser votas, sin pasar por alto la derrota de la llamada “dictadura perfecta”, como el escritor Vargas Llosa calificó la etapa de gobierno priista.
Entre ellas, a modo de ejemplo, cabe recordar a Josefa Ortiz, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra y la Güera Rodríguez, todas adherentes de lucha independentista. Posteriormente, otras mujeres juaristas, como Margarita Maza, se sumaron a la lucha contra el imperio de Maximiliano y ayudaron a restaurar el gobierno republicano. Por su parte, los jefes revolucionarios, incluyendo a los magonistas, contaron con mujeres defensoras de la causa, entre ellas Sara Pérez, Carmen Serdán, Herminia Galindo y Elvia Carrillo Puerto, quien posteriormente organizó movimientos de reivindicación de derechos políticos femeninos, lo que facilitó el acceso temprano a puestos de elección popular, como el de diputada.
Finalmente, las mujeres han sido y son baluarte de transformaciones históricas, que han abierto puertas para su participación política y desempeño de puestos públicos, ya como regidoras, alcaldesas, diputadas, senadoras o ministras, pero portar la banda presidencial era una asignatura pendiente de muchos años atrás, un sueño que el pueblo hizo realidad, al elegir en masa a Claudia Sheinbaum Pardo, una mujer de ciencia y creyente a la vez de la 4T, devota del humanismos mexicano y afecta a los sublimes mandamientos de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo.