Por Ricardo Aragón Pérez
Magisterio en Línea / 21.06.2025
En Sonora, la educación pública era una de las noticias que solían publicar a menudo los periódicos antiguos. Entonces una conferencia pedagógica, el reporte de una visita de inspección, las fiestas de fin de curso, las vacantes de maestros, los exámenes de graduación o la inauguración de un plantel escolar daban pie a más de una nota o columna periodista, que buscaba posicionarse en la opinión pública como una gran noticia, cuyos títulos se escribían en letras mayúsculas, remarcadas y de tamaño sobresaliente.
A manera de ejemplo, en diciembre de 1883, un periódico de circulación estatal, La Constitución, publicó un informe sobre el estado que observaba la educación en 13 localidades del distrito de Arizpe, entre ellas: una ciudad, nueve pueblos, un rancho y 4 comisarías, en las que existía al menos una escuela gratuita para niños, aunque sólo en cuatro de ellas había dos primarias en servicio: una para cada género, como en Arizpe, Bacoachi, Banámichi y Huépac.
Por ese medio, también se supo de los edificios que ocupaban las escuelas. Un hecho sobre el que llamó la atención fue que prácticamente todos se habían “construido exprofesamente”, eran propiedad de las escuelas y unos observaba “un regular estado”, mientras otros estaban “en buen estado”; pero los de San Felipe, Aconchi, el Ranchito y Sauqui, si bien eran propios, se hallaban “en mal estado”; en tanto, el de Fronteras era rentado.
Esa, en mi opinión, sí era una gran noticia, pues debe recordarse que, en esa etapa temprana de la educación sonorense, no era común que las autoridades invirtieran en la construcción de edificios escolares, aunque no se ignora que hubo casos ejemplares, sobre todo en Guaymas y Hermosillo.
Finalmente, cabe preguntarse cuántos alumnos concurrías a las escuelas, quiénes eran las y los maestros que las servían, cuánto ganaban, quién les pagana y de cuánto era el presupuesta educativo. Éstas y otras preguntas se contestarán en otro texto, que ya está tejido mentalmente.