Indigna saber que los mandatarios federales, esencialmente los ocupantes de la silla presidencial durante el ciclo neoliberal, hayan sido tan desafectos y malquerientes, por no decir ignorantes, cabezas huecas, del estudio y saberes históricos, de los hechos, procesos y personajes pasados; en suma, de la memoria colectiva.
En el lado opuesto, por donde se le vea, está Andrés Manuel López Obrador, un jefe de Estado leído, ilustrado y bueno con la pluma, con no pocos libros de su autoría en su haber. Un mandatario culto, como ninguno de los antecesores neoliberales, con una acendrada vocación por la historia, que sabe, y sabe mucho sobre la disciplina histórica; no solo lee y abreva en ella, sino también escribe y contribuye a robustecerla.
Su dominio es como el de los antiguos enciclopeditas: conoce personajes, fechas, hechos y procesos, sabe tanto de grandes eventos, como de eventos menudos, de la visión de los vencedores, como de la de los vencidos.
Nada escapa a su estudio, a su curiosidad intelectual, lo mismo sabe de los antiguos mexicanos, de sus grandes, sus luchas y defensas ante la guerra de conquista; no ignora la gesta independentista y el triunfo de los liberales, sabe de las oscuras dictaduras y nefastos imperios; de la revolución y sus facciones, sin pasar por alto etapas posteriores, como el cardenismo, milagro mexicano y el impresentable neoliberalismo.
Conoce personajes, sabe de sus idearios, de sus obras y hasta domina de memoria sus palabras, articuladas en frases célebres, que gusta entremezclarlas en sus discursos, siempre soportados y enriquecidos con piezas orales históricas.
Admira a los líderes y a sus bases sociales prehispánicas; es devoto de Hidalgo y Morelos; su afinidad con Juárez y Madero es inocultable; es villista, pero más magonista, tanto que su programa de gobierno está inspirado en el del Partido Liberal Mexicano, de cuyo periódico Regeneración tomo el nombre para bautizar el rotativo de su partido MORENA en los tiempos en que lo dirigió.
Algo muy singular es su conocimiento y respeto por la historia de los pueblos originales, la historia de los vencidos, cuyas voces y fuentes cuenta mucho, tanto que son parte fundamental de su discurso histórico y de su agenda conmemorativa, como la que tienen que ver con la lucha de castas, en las que las comunidades de origen maya se vieron involucradas y vivieron en carne propias agravios inhumanos, o las guerras de los pueblos yaquis y mayos, quienes pagaron con cárcel, destierro y hasta fueron privados de sus vidas, por defender lo que creían y veía como más sagrado: la autogestión de sus tierra, agua y cultura.
AMLO es el presidente que más sabe de historia, que la valora sobremanera y a menudo recurre a ella para abrevar en su manantial de saberes y experiencias ilustrativas, ya que para él la historia constituye una fuente de sabiduría relevante, que ilumina la inteligencia y guía su marcha en la construcción de un mundo mejor, en el que las relaciones sociales sean más horizontales, el desarrollo humano más igualitario, con democracia, cooperación, justicia, paz y bienestar colectivo.
Sabe de personajes históricos, reconoce sus contribuciones, guarda respecto a cada uno de ellos. Lo mismo habla de héroes nacionales, como de otras latitudes geográficas, destacando siempre lo mejor de sus aportaciones: sus obras, pensamientos, dichos y acciones, todo como referentes de sus actuaciones, como inspiración y no duda en echarse a cuesta seguir sus pasos.
En el aniversario natal 238 de Simón Bolívar, celebrado el 24 de julio, recordó sus hazañas libertarias, sus luchas por la independencia de su continente y su espíritu unitario, sin pasar por alto descalabros bélicos, traiciones y divisiones entre sus correligionarios.
Más allá de la semblanza del libertador y de su legado, AMLO hizo un llamado a todos los países de la región “a mantener vivo el espíritu de Bolívar” y seguir sus pasos para construir un continente autónomo, libres de intervenciones ajenas, que vea por su desarrollo y bienestar de gente, con apego a la historia, cultura, tradiciones e identidades.
Más todavía, AMLO hace alarde de una memoria lúcida y es muy dado a citar a pie juntillas frases contundentes de con contenido histórico, como la que refirió en su discurso sobre Bolívar, en el que exhortó a iniciar en nuestro continente una relación sustentada en la premisa de George Washington, según la cual remarcó: “las naciones no deben aprovecharse del infortunio de otros pueblos”.
Vistas las cosas así, nadie pondrá en duda su dominio sobre el saber histórico y su uso como una herramienta fundamental para encarar los desafíos del presente. Incluso hay políticos opositores que sostienen: “Nadie podría afirmar que el presidente de México no conoce la historia si a cada rato le da por citar pasajes y personajes para justificar su estilo de gobierno”.
Hermosillo, Sonora, 26 de julio de 2021