Por Ricardo Aragón Pérez / [email protected]
Hermosillo, Sonora, 21 de noviembre de 2024
La celebración del 114 aniversario de revolución mexicana dio pie para que la diputada local, María Eduwiges Espinoza Tapia, y su equipo de trabajo, en coordinación con un selecto grupo de especialistas en el conocimiento histórico, realizaran un panel temático, que tuvo lugar ayer en las instalaciones del Congreso del Estado, cuyos panelistas conversaron sobre algunos aspectos relevantes, como el papel político-militar de las mujeres; la Constitución de 1917 y los avatares de su implementación, además se habló de los jefes revolucionarios y las reformas sociales que llevaron a cabo.
En la apertura del panel referido, la misma diputa Vicky Espinoza dijo que este 20 de noviembre en que recordamos a la revolución mexicana y conmemoramos su aniversario número 114, es una buena ocasión para reconocer y valorar a hombres y mujeres, civiles y militares, heridos y muertos en campaña, que sirvieron a la patria, acabaron con el mal gobierno e hicieron posible una más de sus grandes transformaciones, la Tercera Transformación Mexicana, piedra angular del México contemporáneo.
De cara al auditorio, dijo que este panel con estudiosos de la historia política y social, con enfoque estatal, se enmarca en un proyecto para impulsar jornadas de charlas, conferencias, diálogos y conversatorios, con objeto de poner un granito de arenas en la revalorización de la memoria histórica, así como fortalecer la cultura y el conocimiento de nuestra historia patria, de sus instituciones, acontecimientos y personajes: mujeres y hombres, que han servido y sirven a la patria en sus grandes transformaciones, como la Cuarta Transformación en curso, cuyos ideales y anhelos de democracia efectiva, gobiernos honestos y justicia social tienen raíces en la en la revolución mexicana.
En su turno, la historiadora Elizabeth Cejudo, catedrática en la Universidad de Sonora, hablo de la participación de mujeres en la revolución. Señaló que en ese movimiento había lugar para todos los disidentes, de modo que “cabían todas las manos, incluso las femeninas”. Reveló que las mujeres participaron en la lucha armada. Estaban conscientes de los riegos que corrían y de lo que esperaban con el triunfo de la causa que defendían, pero se llevaron una amarga desilusión, cuando el Congreso Constituyente reusó reconocerles algunos derechos políticos, como el sufragio efectivo femenino, que fue una de las peticiones que hicieron a los diputados, quienes alegaron que las mujeres no estaban listas para “participar en los asuntos públicos”.
A su vez, Daniel Barrientos, sociólogo e historiador, hizo un repaso de los movimientos armados, de sus bandera políticas e ideológicas y de los elementos que surgieron de ahí para dar cuerpo y contenido al Congreso Constituyente, cuya magna obra fue la formulación y promulgación de la flamante Constitución del 5 de febrero de 1917, no sin antes pasar por largos y acalorados debates parlamentarios, cuyo desenlace no pocos quedaron insatisfechos, incluso algunos legisladores que dieron su voto a favor de la nueva Carta Magna.
En cuanto a mi participación, me referí a los jefes revolucionarios sonorenses, especialmente a los gobernadores José María Maytorena y Eugenio Gayou, ambos maderistas, así como a su homologo carrancista, Plutarco Elías Calles. Puse en foco en la política educativa y cultural, así como en los proyectos de reformas sociales, en los que los pobres concentraban los apoyos del gobierno, principalmente las mujeres, la infancia y las personas enfermas o con discapacidad física.
Digno de mención fue la política educativa del gobierno de Maytorena, quien se propuso absorber parte de sus gastos e impulsar el mejoramiento de la escuela pública, con énfasis en la actualización del profesorado en servicio, que en su gran tenían poca escuela y carecían de título de maestro; apoyó la construcción de escuelas y mando maestros al Congreso Pedagógico de Veracruz, para que estuvieran en la frontera de la teoría educativa.
A unos meses de su gobierno, el ingeniero Eugenio Gayou, vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo, tomó en sus manos la noble empresa cultural de ayudar a todas las personas adultas analfabetas, que en sus años mozos adolecieron de escuela, no conocieron un maestro y nunca tuvieron un libro en sus manos, para que aprendieran a leer y escribir, entre otros ramos de enseñanza.
Para eso, abundé: el gobernador incluyó 50 mil pesos en su presupuesto de gastos anuales, para el pago de maestras y maestros “Instructores de Analfabetas”, quienes cobraban entre diez y quince pesos por alumno alfabetizado, previo dictamen de una comisión examinadora, cuyos miembros tenían la encomienda “de reconocer el adelanto de los alumnos”, lo que debía informar a la autoridad correspondiente, para liberar las órdenes de pago.
El 15 de diciembre de 1911, los diputados Ricardo Laborín, Carlos Plank y Eduardo C. González, este último legislador antes fue profesor de primaria y militante maderista militante, luego defendió la bandera carrancista, pusieron en manos del gobernador Gayou una ley estatal para la instrucción de analfabetas y, seis días después ordenó a las autoridades subalternas celar su cumplimiento, so pena de multa de entre 25 y 100 pesos.
Por último, hablé de la política social y de los cambios educativos que, en pleno fragor revolucionario, impulsó el exprofesor de primaria Plutarco Elías Calles, jefe de las fuerzas carrancistas en el estado. El mismo día que tomó posesión del gobierno (agosto 4 de 1915), Calles asumió un programa de apoyo a “las viudas y familias de los muertos en campaña”, que consistían en otorgarles pensiones vitalicias para su subsistencia. También ofrecía hacerse cargo de los hijos de soldados muertos, con independencia del bando de pertenencia, para lo que se propuso crear “la creación de hospicios… cuidando el gobierno de su educación hasta que puedan tener una ocupación útil y honesta”. Asimismo, asumió el compromiso de apoyar a los hospitales, con especial atención para la asistencia y curación de los heridos en acciones de guerra.
Más aún, añadí que salud y educación estaban entre los principales ejes de su gobierno, por lo que emprendió campañas en contra de enfermedades epidémicas, mediante jornadas sanitarias, conferencias públicas y visitas periódicas de inspección a pueblos, plazas y domicilios particulares, para lo que creó la figura de “Inspector” sanitario. Adicionalmente, la emprendió contra el consumo de bebidas alcohólicas, muy extendido desde entonces. Convencido de que “la decadencia de los pueblos, “la criminalidad”, “el aniquilamiento físico”, “la perversión moral” y “el malestar económico”, tenían relación directa con la adicción al alcohol, decretó prohibida la importación, fabricación y venta de bebidas embriagantes, cuyo desacato “será castigado con cinco años de prisión”.
Finalmente, hice referencia a la política de formación docente, de promoción de bibliotecas y becas de estudio. Respecto a la docencia, estableció una Escuelas Normal para ambos sexos, con un internado anexo para albergar y asistir mujeres y varones aspirantes a la carrera de maestros. Para eso, tanto el gobierno estatal como municipal tenían el compromiso de asignar becas a las y los estudiantes interesados en abrazar la profesión docente. En cuanto a las bibliotecas, los presidentes municipales debían poner al menos una en cada cabecera, con ayuda de recursos del Estado, todo eso, para acercar los libros al pueblo y promover en su gente el hábito por la lectura.
Por lo dicho hasta aquí, cabe remarcar la pertinencia de haber realizado el panel referido, como una actividad cultural para conmemorar la revolución novembrina y reflexionar sobre actores sociales marginales, como las mujeres, que lejos de ser indiferentes, abrazaron la causa de los jefes revolucionarios; ahondar en el conocimiento del origen, orientación, aportes y vicisitudes de Carta Magna de 1917, así como poner de relieve los programas y reformas sociales, como el impulso a la salud, educación y becas, entre otras mejoras inéditas, como el establecimiento del salario mínimo, la jornada de ocho horas, el descanso obligatorio y pago de indemnizaciones por accidentes de trabajo.