Por Ricardo Aragón Pérez
Magisterio en Línea / Hermosillo, 23.08.2025
Hace mucho tiempo atrás, la generalidad de mujeres se encontraba en los márgenes de la estructura educativa.
Pese a la cultura y política educativa, deliberadamente machistas, algunas mujeres se abrían paso a contracorriente y se empleaban como institutrices de familias que pagaban por la enseñanza de sus hijas.
Con el ascenso de dirigentes liberales a los puestos de gobierno cambió radicalmente su destino, dado que se abrieron importantes oportunidades de estudio y de desarrollo profesional.
Durante los gobernantes juaristas se abrieron escuelas de nivel secundaria y de preparación de maestras, lo que facilitó su formación académica e incorporación al magisterio, principalmente.
Sin embargo, su presencia era poco notoria en términos estadísticas.
A principios del régimen porfirista, la composición numérica del estudiantado normalista era prácticamente igual a nivel nacional, considerando el género respectivo.
Pero hacia 1907, hubo un giro radical, de modo que la proporción de mujeres superó con mucho a la de sus pares varones.
Prueba de eso, es el censo de estudiantes normalista de 1907, que registró un universo de 2 552 estudiantes, de los que 1 998 eran mujeres.
Con bases en eso datos, se puede afirmar que 1907 marcó un hito en la historia de las mujeres educadoras, pues en ese icónico año no sólo creció su presencia en las escuelas formadoras de maestras, sino también aumentó exponencialmente su reclutamiento como profesoras.