Por Ricardo Aragón Pérez / [email protected]
Magisterio en Línea, Hermosillo, 20.10.2025
Da tristeza saber que la escuela “Leona Vicario” de Hermosillo, una de las pocas primarias que por más de un siglo fue una de las mejores cartas de presentación de la educación pública, dejó de prestar sus servicios educativos hace como tres años, porque su legendario edificio porfiriano representa un alto riesgo para su comunidad escolar, dictaminó personal de protección civil del estado.
Lo que entristece es que el edificio escolar, otrora templo del saber, haya sido abandonado a su suerte por sucesivas autoridades educativas, quienes desatendieron su cuidado, mantenimiento y conservación, pese a su relevancia social y cultural, además de su invaluable valor como patrimonio del sector educativo, cuya dejadez no sólo revela una actitud de insensatez, sino también exhibe el síndrome de la desmemoria, la escasa afinidad y cultura histórica, lo que ofende la inteligencia humana, más cuando toca a las mismas autoridades, en primer término, proteger y salvaguardar los inmuebles escolares.
Ahora bien, para adentrarnos en la historia de la “Leona Vicario”, es pertinente recordar que poco antes de conmemorar el aniversario 100 del inició de la independencia, el presidente Porfirio Díaz inició los preparativos para ese efecto, cuyo programa de festejos proponía destacar las mejores obras de su gobierno, entre ellas el crecimiento exponencial de la matrícula y mejoramiento material de las escuelas públicas.
En primer lugar, el mandatario federal ordenó la instalación de la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia y exhortó a los gobernadores regionales a hacer lo propio en las entidades respectivas. En respuesta, el gobierno sonorense reaccionó asertivamente, formando la Comisión Central de Sonora y luego exhortó a sus subalternos a encausar las tareas para “conmemorar en el Estado, con todo el esplendor posible, el Primer Centenario de la Independencia Nacional”.
Por su lado, el gobernador hizo lo propio, dispuso construir en Hermosillo una escuela pública exclusiva para niñas, con miras a inaugurar su apertura en 1910, justo en el marco de las festividades del citado centenario. Para eso, contó con una partida de 70 mil pesos, que entonces era un dineral, con lo que se compró un terreno céntrico, de proporciones adecuadas para su objeto, donde inició la construcción del inmueble a fines de 1909, cuyo diseño arquitectónico realizó Felipe Salido, un notable ingeniero alamense, que estudió en el Colegio Militar de México.
En febrero de 1910, en medio de un gentío expectante; había decenas de niñas y familias, maestros de renombre, como Heriberto Aja; políticos encumbrados, funcionarios civiles y militares de alto nivel; incluso algunos catrines hermosillenses, tuvo lugar la ceremonia de inauguración del flamante edificio escolar, que dio cobijo al denominado Colegio de Niñas “Leona Vicario”, cuyo nombre propio estaba estrechamente alineado al santoral laico de las y los próceres independentistas.
Desde su alumbramiento, la “Leona Vicario” fue una escuela privilegiada, no solo por el cariño y la confianza de la sociedad porfiriana, sino también porque estaba a cargo de un cuerpo docente prestigiado, formado principalmente de señoritas habilitadas para el oficio de enseñar, entre ellas la joven profesora Concepción Núñez, quien llevaba el timón de la escuela, cuyos sueldos pagaba el gobierno del estado, lo que entonces no era una política pública estandarizada.
En sus inicios, era un plantel exclusivo para mujeres. Sus programas académicos eran mucho más extensos que los de una escuela primaria de enseñanza obligatoria. De hecho, ostentaba la categoría de “Colegio”, cuyo estatus lo clasificaba como establecimiento de estudios posprimarios, por lo que no sólo ofrecía programas de preescolar, primaria elemental y primaria superior, sino además capacitaba para el trabajo de oficina y preparaba maestras de enseñanza primaria, con lo que también ubica a la “Leona Vicario” entre las escuelas pioneras en formación de maestras y maestros de educación primaria.
A más de un siglo de que viera su primera luz, la tristemente célebre Escuela “Leona Vicario” dio su último suspiro, debido al mal estado del otrora majestuoso edificio, por lo que decenas de alumnos, maestras y maestros fueron trasladados a otras escuelas hermanas donde concluyeron el ciclo escolar 2021-2022, pero luego fueron dispersados y reubicados en otros planteles de la ciudad.
Hoy por hoy, el edificio sigue de pie, pero su estado físico adolece de una crisis casi terminal, que amerita una rehabilitación de alto vuelo. Al parecer, el gobernador Alfonso Durazo ya tomó cartas en ese asunto y su secretario de educación, Froylán Gámez, adelantó su conversión en un centro cultural. Quiera Dios, como dicen los creyentes, haya razones de peso para dar esos pasos y se transparenten con un enfoque dialógico antes de sepultar a nuestra añorada Escuela “Leona Vicario”.