Reseña publicada con el título “El Secretario de Asuntos Jurídicos del Comité Ejecutivo Seccional obtiene importante premio” en el número 3 de la revista “Agenda Sindical” de la Sección 28 SNTE, de septiembre de 1993.
Bien sabemos que los actos donde se entregan los premios a los ganadores del concurso del Libro Sonorense son muy desairados, quizá por falta de difusión o algún otro imponderable, el caso es que en los años anteriores estos eventos han pasado casi desapercibidos y uno solo se entera por alguna extraña nota periodística en las secciones de sociales.
El pasado primero de julio fue la entrega de los premios triunfadores de concurso anterior; la asistencia en el Auditorio de Fonapas inusualmente estuvo concurrida, acudimos con los escritores compañeros de la Sección 28 del SNTE, en primera fila el secretario general, profesor José Guadalupe Montaño Villalobos, en compañía de todo el Comité ejecutivo, donde Ernesto García Núñez, ganador del primer lugar en el género novela, es secretario adjunto de Asuntos Jurídicos y lucha cotidiana junto a sus compañeros de clase y, olvidando su timidez habla fuerte, argumenta y con firmeza da la pelea.
Fueron tres artistas protagonistas la noche de las premiaciones, tres escritores que, sin duda, cuentan con todo el entusiasmo para llamar la atención de los lectores; mejor lo dijo Carlos Moncada, director del Instituto Sonorense de Cultura (ISC): “José Teherán ganador en poesía, bien parece candidato para algún puesto de elección popular y cuenta con habilidad para promoverse”, mostrando al público la placa entera que ocupó su fotografía en un diario local. Uno se queda pensando que fue bien aprovechado su tránsito por los medios y le devuelven a Teherán un poco de lo mucho de sus aportaciones a la prensa.
Martin Piña, ex secretario general de la SOGES (Sociedad General de Escritores Sonorenses), doctor en Letras Hispánicas y mejor orador en la noche multicitada, pese a su aparente actitud , le brotó el lado humano y reconoció públicamente su nerviosismo, previo a un constante temblorín visible de manos y voz, culminando con un discurso que posteriormente fue comentado y elogiado por el director del ISC en su columna dominical.
En medio de las butacas estaba Ernesto García Núñez, feliz triunfador con su novela Pico de Gallo, íntegramente acompañado de su esposa Felicitas y sus cuatro hijos, sin corbata pero con sus eternos botines boleados; de manera sempiterna el autor guardó silencio, practicó la difícil virtud de callar en este mundo tan saturado de opiniones y gritos… Sus ideas ya están escritas y muchos estamos en espera de su publicación.
Algunos se sorprendieron por el éxito de García Núñez, quizás los que están impuestos a relacionar la lista de galardones con los exhibicionistas, visitadores de café, oyentes de misa los domingos o perseguidores de fama fácil; los sorprendidos, no recuerdan que García Núñez ganó en 1988 el primer lugar de poesía en los Juegos Florales Anita Pompa de Trujillo y en 1991 obtuvo el mismo sitio en el concurso Estatal de Teatro, solo por citar algo. “La importancia de llamarse Ernesto”, le sirvió a García Núñez creer por un momento que pertenecía a alguna secta secreta y que no tenía prisa por figurar, todo a su tiempo y forma; la palabra clave para poder pasar de grado y trascender los umbrales de la frivolidad fue: “Pico de Cera”. @
